Una escuela humanizadora es insustituible
“¿Cómo podemos ayudar a nuestros jóvenes a comprender quiénes son y qué quieren aportar al mundo?” Así abre una ventana a la reflexión sobre la educación en tiempos de cambio, el profesor Edward Brooks desde el Proyecto Carácter de Oxford. Y es que, hoy en día, la IA está redefiniendo la vida cotidiana y los valores, retando a la escuela a educar no solo en conocimientos, sino también la conciencia de ser humano, la integridad y el papel social de los ciudadanos.
En esta ocasión, Diàlegs busca invitaros a profundizar, de la mano de nuestros expertos, en cómo revalorizar el factor humanizador de la escuela para hacerla insustituible. Para empezar, Juan Pablo Dabdoub se centra en el liderazgo del carácter para crear una cultura escolar eficaz en la educación de personas. Francesc Torralba, opina que un mundo incierto y complejo exige educar en audacia, flexibilidad y compasión, y acompañar en la construcción de un proyecto personal de vida. Y Marvin Berkowitz se hace eco de las evidencias más destacadas de lo que funciona en el florecimiento de la bondad humana y distingue los seis principios PRIMED: Priorización, Relaciones, motivación Intrínseca, Modelos, Empoderamiento y pedagogías del Desarrollo.
Al igual que Berkowitz, Joanne Quinn, James Arthur, Andrew Peterson y Edward Brooks, consideran la educación del carácter el núcleo de una educación de calidad para todos los estudiantes, donde la ética no solo es parte esencial del contenido, sino también una brújula que orienta toda decisión escolar, familiar o comunitaria que desee focalizar el ser de la persona.
Se vislumbra una unanimidad en cuanto a la importancia del lenguaje del carácter. Sin embargo, aunque el ideal de persona suele incluir rasgos comunes como, ser compasiva, empática, resiliente o íntegra, al intentar consensuar lo que se entiende por ser compasivo en unas circunstancias concretas, se tropieza con diferencias culturales, opiniones o ideologías. Según Peterson y Arthur, este hecho vacía de contenido los valores y aconsejan fomentar un diálogo inclusivo en escuelas y comunidades, que facilite consensos con significado para todos.
Joanne Quinn, Carlos Magro y Pepe Menéndez proponen una visión crítica de la educación para el siglo XXI, matizando la importancia de una educación para la vida, donde el foco se sitúe en desarrollar un perfil de ciudadano crítico, ético, resiliente, y comprometido con el cambio global del mundo.
La mayoría de expertos hacen hincapié en que esto únicamente es posible cuando se prioriza la calidad de las relaciones interpersonales, y el acompañamiento en el crecimiento. Según Dabdoub, Berkowitz y José Víctor Orón, esto solo es posible si los docentes han experimentado previamente la misma guía en sus propias vidas, capacitándose para replicarla desde el conocimiento personal en las vidas de sus estudiantes.
Sean cuales sean los retos del futuro, con IA generativa o híbrida, el éxito de la escuela como factor humanizador, es lo que restaurará su prestigio para ser considerada insustituible en la educación de una ciudadanía ética capaz de ser y estar en el mundo con humanidad y propósito.
Diàlegs noviembre 2024 Vol. 5 · Núm. 1
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