En los pocos años que llevo en educación me he dado cuenta de que las familias presentan dudas respecto a la educación de los hijos y muchas veces se sienten algo solos en la tarea educativa. También les supone esfuerzo ver que a medida que pasa el tiempo los comportamientos de sus hijos son diferentes y cambiantes. Estas inquietudes han existido siempre, es todo un reto ser padres. Pero realmente, ¿Qué ha cambiado? ¿Nos han enseñado a ser buenas madres o padres?
Las familias se han hecho cada vez más frágiles. Personalmente, me encuentro en tutorías que vienen con muchas preguntas y dudas respecto a cómo conducir a sus hijos en momentos concretos. Es verdad que nosotros como profesores y profesionales pasamos muchas horas con sus hijos y los acompañamos en el proceso de aprendizaje. Pero realmente quien tiene la tarea educativa es la familia. Para ello, necesitan formarse como padres y necesitan ser guiados para llevar a cabo este cometido.
En la era de la digitalización que vivimos actualmente, dónde todo es para este mismo instante, las parejas se encuentran con falta de tiempo para poder llegar a todas las tareas domésticas y del cuidado de la prole. Muchas familias hacen grandes esfuerzos que son dignos de admirar. En este aspecto cabe repensar cuáles son las prioridades. Podemos asentir que hace falta parar, pensar y actuar. La familia necesita encontrar nuevas formas para integrar aquello que quiere proyectar a sus hijos.
La familia necesita encontrar nuevas formas para integrar aquello que quiere proyectar a sus hijos
Dedicamos muchos años a estudiar en la escuela, luego en el bachillerato o ciclos formativos, después llega la universidad y, sin embargo, en la mayoría de las veces no dedicamos tiempo para la formación de la familia, de nuestra familia. Goleman (1995) afirma que “por más que tratemos de convencernos de lo contrario, todos llevamos la impronta de los hábitos emocionales aprendidos en la relación que sostuvimos con nuestros padres”.
La mayoría de las veces no dedicamos tiempo para la formación de la familia, de nuestra familia
Tal y como afirma Bernal (2009), “un aspecto esencial y constitutivo de la realidad familiar es la promoción de ese crecimiento de las personas que la componen, del cuerpo y crecimiento del espíritu, nutrición y formación que son indiscernibles en la praxis de la convivencia familias como comunidad”. Por consiguiente, ¿podemos llegar a cuestionarnos sobre la formación familiar como un reto en la época en que vivimos? ¿Desde dónde se promueve esta formación familiar?
Algunas escuelas que ven la necesidad de formar a las familias ofrecen los Cursos de Formación Familiar. Llevan muchos años en funcionamiento y han ayudado a familias a aprender de otras familias y sobre todo muchas de estas han conseguido verdaderas amistades que a lo largo de los años aún perduran. La invitación a la formación familiar hace que muchas de estas tengan consciencia de lo que implica realmente el vínculo entre escuela y familia.
La formación familiar hace que muchas familias tengan consciencia de lo que implica el vínculo entre escuela y familia
En este sentido, las llamadas a veces “escuelas de padres y madres” que existen en diversas partes del mundo pueden llegar a iluminar el camino a muchas parejas que se encuentran en esta ardua tarea. Muchos de ellos afirman al acabar “realmente no lo estamos haciendo tan mal”, “que ilusión ver cómo no somos los únicos en esta tarea” o “tengo que explicarlo a otros amigos”, entre otras afirmaciones que son dignas de admirar y difundir.
Dentro de los cursos es clave destacar dos aspectos fundamentales: la reunión de equipo entre los integrantes y el aprendizaje que se hace con otras familias. No siendo un sitio donde el “cotilleo” se apodere de las circunstancias del momento, sino que al tener un sistema pautado en la resolución de un caso se lleva un hilo conductor a la hora de tocar ciertos temas que requieren delicadeza y respeto. Por último, se expone lo debatido en la reunión de equipo y se llega a unas conclusiones, con la ayuda de un moderador experto. Estas sirven de guía para luego comentarlas y aplicarlas dentro del día a día. Cabe remarcar que no se da un recetario de instrucciones para llevar a cabo de forma imperativa. Al contrario, se dan ideas que sin duda ayudan y se invita al diálogo antes de ponerlas en marcha.
A veces, nos podemos ver un poco más cansados, más agotados personalmente y es verdad que requiere un esfuerzo. Pero, la mejor inversión que se puede hacer en la familia es formarse. Primero como pareja, conocerse mutuamente desde los primeros años, cuando llegan los hijos y cuando se envejece.
La mejor inversión que se puede hacer en la familia es formarse como pareja y después cuando llegan los hijos y cuando se envejece
Por otro lado, también en las reuniones de padres y madres es un buen momento para aconsejar a las familias a que consulten libros y lean sobre diferentes temas concretos. Esta puede ser una opción que debe ser trabajada por el equipo de profesores de cada curso. Es una gran oportunidad para ayudar a las familias del curso y poder animarlas.
Además, las tutorías no solo consisten en dar información por parte del tutor de cómo evolucionan académicamente los alumnos, sino también para dar un paso más allá y se pueden dar a conocer estas formaciones como herramientas. En este aspecto es todo un reto para la escuela dar toda esta formación, pero realmente puede llegar a generar un clima de confianza y sinergia entre los tutores y las familias.
Del mismo modo, las familias se pueden formar a través de estas escuelas de padres y madres. Según Fernando de la Puente (1999) “no es un elemento decorativo para el colegio, ni una paraescolar más, sino una de las estrategias más interesantes (algunos piensan que es quizá la única consistente) para crear un ámbito de diálogo educativo acerca de los fines y medios de la educación: por qué educamos, cómo educamos”.
Algunos objetivos de estas escuelas marcados por Romero (2004) son:
- Informar, aconsejar y orientar sobre el desarrollo, aprendizaje y socialización de las criaturas.
- Estimular la participación de los padres en el proceso educativo de aprendizaje, así como en las experiencias escolares de los hijos.
- Enseñar técnicas para fomentar el aprendizaje y el control del comportamiento.
- Prevenir problemas en las relaciones familiares y en el desarrollo de los hijos.
- Ofrecer asesoramiento y rehabilitación a las familias que presenten problemas en las relaciones familiares y/o en el desarrollo de los hijos.
Su metodología es de carácter participativo, se trata sobre un tema en concreto y su duración puede ser durante todo el año escolar.
Dentro del informe web titulado A criar fills se n’aprèn, Una anàlisi de programes que enforteixen les capacitats parentals (2015) encontramos diferentes tipos de formación para la familia que son de gran utilidad.
A continuación los nombraré con sus objetivos correspondientes. La Parentalidad Positiva; Crecer Felices en Familia; Aprender Juntos, Crecer en Familia y Vivir la adolescencia en familia: son programas que tienen como objetivo prevenir, identificar las capacidades y fortalezas parentales.
El Programa Guía para el Desarrollo de Competencias Emocionales, Educativas y Parentales tiene como objetivo facilitar a los padres y las madres la adquisición de diferentes estrategias para implicarse en una dinámica familiar positiva. Así mismo, en el Programa de acompañamiento y soporte a familias en la primera infancia: se trabaja desde una perspectiva socioeducativa, terapéutica y pretende la promoción de la vinculación afectiva entre padres e hijos. Por último, encontramos el Programa Crecer en Familia: que tiene como objetivo el acompañamiento, la reflexión y el acompañamiento parental.
Como hemos visto a lo largo de este artículo, tenemos un amplio abanico de oferta formativa. Pienso que faltaría darla a conocer mejor y promocionarla desde dentro de las escuelas. Para esto podríamos afirmar que se necesita un responsable que lo pueda liderar.
Consultar, preguntar, dejarse ayudar muchas veces no es tan fácil, pero si nos dejamos acompañar en este aspecto, realmente vale la pena. Pero cabe incidir, que cuando aprendemos de otras y con otras familias es mucho más fácil y se puede llegar a afirmar lo que he mencionado anteriormente “no lo estamos haciendo tan mal”.
Cuando aprendemos de otras y con otras familias es mucho más fácil y se puede llegar a afirmar: “no lo estamos haciendo tan mal”
Realmente, es un momento privilegiado para revisar las características de las edades, recordar o dar algún consejo sobre medidas de actuación, etc. Considero que es una gran oportunidad que tenemos para poder crear sinergias entre escuela y familia.
Por tanto, nos podemos preguntar ¿Qué formación podemos ofrecer como escuela para acompañar a las familias?
Antes de acabar el artículo, podemos hacer un repaso, a modo de conclusión, de todas las formaciones que hemos hablado anteriormente y se pueden ofrecer. Cabría analizar y pensar una a una para ver cuál encaja mejor en cada caso concreto.
- Reuniones de padres y madres.
- Cursos de formación familiar.
- Escuela de padres o escuelas de familia.
- La Parentalidad Positiva.
- Crecer Felices en Familia: programa de apoyo psicoeducativo para Promover el Desarrollo Infantil.
- Aprender Juntos, Crecer en familia.
- Vivir la adolescencia en la familia.
- El Programa Guía para el Desarrollo de Competencias Emocionales, Educativas y Parentales.
- Programa de acompañamiento y soporte a familias en la primera infancia.
- Programa Crecer en Familia.
Para finalizar, animo a que las familias se hagan la siguiente pregunta: ¿Realmente somos conscientes de la importancia que tiene la formación familiar para acompañar a los hijos y a la pareja misma en su crecimiento?
Bibliografía
Bernal, A. (ed.) et al. (2009). La familia como ámbito educativo. Rialp.
Blanc, S; Badia, G (2015). A criar fills se n’aprèn anàlisis de programes que enforteixen la les capacitats parentals. Núm. 57. Fundació Bofill.
Goleman, D. (1995). Inteligencia emocional. Barcelona, Kairós. Isaacs, D. (2010, 15ª ed.). La educación de las virtudes humanas y su evaluación. Pamplona: EUNSA.
Romero, M. (2004). Las escuelas de madres y padres de Madrid capital: estudio comparado. [Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid] E-print Complutense. https://eprints.ucm.es/id/eprint/5478/
Puente, F. (1999). Escuela de Padres: urgencia y renovación. Padres y Maestros, núm. 246
Diego Ledesma es maestro de Educación Primaria y Psicopedagogo. Considera que los dos grandes retos educativos es la inclusión y la orientación familiar. Está interesado en temas de psicopedagogía, cursos de orientación familiar, mentoría, liderazgo y dirección inclusiva y educativa, dificultades de aprendizaje, personalización educativa y formación de familias y profesores.
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