Importancia de la competencia digital ciudadana en el siglo XXI

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8 March 2023

La competencia digital es clave para una alfabetización digital eficaz del alumnado y del profesorado

por Estefanía Hita y Ana Moreno

A nivel internacional hay diversos marcos de referencia sobre competencias digitales ampliamente aceptados. Entre ellos tenemos el modelo DigComp (The digital competence framework for Citizens – European Union) de 2017, los estándares de ISTE (International Society for Technology in Education) también de 2017, o el de la UNESCO de 2019 (ITC Competences Framework Teachers ITC-CFT). Estos tres marcos tienen un fundamento científico sólido, son útiles para guiar políticas educativas y de certificación digital, y se pueden operativizar mediante la implementación de herramientas y programas de capacitación regionales y nacionales. Además, proporcionan un lenguaje y un enfoque comunes, que ayudan al diálogo y al intercambio de buenas prácticas en las diferentes comunidades educativas.

Sin embargo, según Gros et al. (2020) numerosos estudios de la UNESCO y la OCDE, entre otros, confirman que las políticas gubernamentales para la integración de las TIC en las escuelas no han cubierto las expectativas deseadas en referencia a la mejora de la educación, en ningún país del mundo.

Las políticas gubernamentales para las TIC en las escuelas no han cubierto las expectativas deseadas en ningún país

En España, por ejemplo, en octubre de 2017, se presentó el estándar de competencia digital docente del INTEF (Instituto Nacional de Tecnologías educativas y de Formación del Profesorado). Con él se pretendía apoyar la transformación digital de la escuela a través de la formación del profesorado y su acreditación como docentes digitalmente competentes. Recientemente, INTEF ha presentado una actualización de propuesta con una fuerte apuesta por el modelo DigCompEdu del marco de referencia de la UE.

El modelo ISTE está en sintonía con los ODS

El modelo de estándares ISTE (2017) está alineado a los objetivos de desarrollo sostenible de la UNESCO y ha sido adoptado por los 50 estados de EEUU, y otros muchos países, principalmente de América, Asia y Oceanía. Tal como ISTE comenta en su sitio web, sus estándares sobre competencia digital están dirigidos tanto a alumnos, como docentes y líderes escolares, y vienen avalados por “20 años de estudio y experiencia, en que se han utilizado, investigado y actualizado para reflejar continuamente las últimas mejores prácticas basadas en la investigación que definen el éxito en el uso de la tecnología para aprender, enseñar, liderar y capacitar”. La propuesta de ISTE (2021) para estudiantes se compone de las 7 dimensiones siguientes: 1) Alumno empoderado; 2) Ciudadano digital; 3) Constructor de conocimiento; 4) Diseñador innovador; 5) Pensador computacional; 6) Comunicador creativo; y 7) Colaborador global.

La propuesta de ISTE se compone de 7 dimensiones como el alumno empoderado, el ciudadano digital o el colaborador global

El marco ICT-CFT es una herramienta útil para la formación del profesorado

El marco de competencias para docentes de la UNESCO se enmarca en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y reconoce que el auge de las TIC conlleva un considerable potencial para acelerar el progreso, colmar la brecha digital y promover el desarrollo de sociedades del conocimiento inclusivas basadas en los derechos humanos, el empoderamiento y la consecución de la igualdad de género. Para la UNESCO, el desarrollo de sociedades inclusivas en la era digital implica cuatro pilares: libertad de expresión y libertad de información; acceso universal a la información y al conocimiento; aprendizaje de calidad para todos, y respeto por la diversidad lingüística y cultural. El Marco ICT-CFT es una herramienta para guiar la formación inicial y permanente de los docentes acerca del uso de las TIC en todo el sistema educativo. Está ideado para adaptarse a los objetivos nacionales e institucionales y actualizado a los recientes avances tecnológicos en materia de educación y aprendizaje, como la inteligencia artificial (IA), las tecnologías móviles, la Internet de las cosas y los recursos educativos abiertos, en apoyo a la creación de sociedades del conocimiento inclusivas.

Figura 1. Marco de competencias docentes en materia TIC elaborado por la UNESCO

El modelo DigComp de la UE

El marco DigComp de la UE para la competencia digital incluye tres bloques de competencias: competencia ciudadana (DigComp), docente (DigCompEdu) y de las organizaciones educativas (DigCompOrg). El primer bloque agrupa las competencias que debería tener todo ciudadano para disfrutar de una vida plena en un mundo donde la tecnología digital es omnipresente y necesaria en casi todos sus ámbitos. La competencia digital ciudadana es clave para una alfabetización digital eficaz del alumnado, pero también para la del profesorado, que debe ser modelo para sus alumnos en el uso de la tecnología y participar de forma activa en la sociedad digital. Esta competencia se estructura en 5 dimensiones y 21 competencias. Estas 5 áreas son: 1) Información y alfabetización; 2) Comunicación y colaboración; 3) Creación de contenidos digitales; 4) Seguridad; y 5) Resolución de problemas.

Figura 2. Dimensiones y competencias de la DigComp del ciudadano. Fuente Euskadi.eus

Las tecnologías digitales forman parte de una competencia transversal del currículum

Desde el punto de vista de la escuela del s. XXI, este despliegue facilita a nivel curricular integrar las competencias digitales como contenido competencial específico y transversal, cuando se utiliza como herramienta para comprender mejor el mundo y adquirir los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para lograr un aprendizaje competencial profundo.

Pero el rápido avance tecnológico exige revisiones periódicas de estos marcos competenciales normativos. Desde la primera versión de DigComp en 2017, han surgido tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial (IA), la realidad virtual y la aumentada, la robótica, el “internet de las cosas” (IdC), la “datafication” o fenómenos nuevos como la desinformación (“disinformation”) y la información falsa (“misinformation”). Esta nueva realidad digital aumenta los requisitos para una competencia digital ciudadana. Además, se ha ido consolidando la necesidad creciente de abordar los aspectos ecológicos y de sostenibilidad de la interacción con las tecnologías digitales. La última versión disponible de DigComp es la 2.2, y además de las novedades comentadas, incorpora mejoras pedagógicas como los tres componentes propios del desarrollo competencial que facilitarán su operatividad: el conocimiento, las habilidades y las actitudes. En esta ocasión, DigComp ha contado con la implicación de organismos internacionales como ILO (International Labour Organization), UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial, cuyo apoyo supone un paso hacia adelante en un mayor reconocimiento y éxito del marco competencial digital europeo (Vuorikari, 2022).

Hay la necesidad de abordar los aspectos ecológicos y de sostenibilidad de la interacción con las tecnologías digitales

Como afirman Hepp, Prats y Holgado (2015), hay muchos docentes que, a pesar de no tener un amplio conocimiento de las TIC, tienen un gran conocimiento pedagógico y se atreven a proponer actividades o estrategias que tienen un alto nivel técnico, lo que justifica que lideren los procesos de cambio en la escuela. Sin embargo, tanto la presencia generalizada de dispositivos digitales como el deber de ayudar a los alumnos a ser digitalmente competentes, requieren de los educadores el desarrollo de su propia competencia digital. En el caso de la UE, DigCompEdu ofrece un conjunto de 22 competencias digitales, organizadas en 6 áreas, y orientadas a capacitar a los docentes en el aprovechamiento del potencial de la tecnología digital para la mejora e innovación de la educación. Tres de las áreas hacen referencia a competencias digitales pedagógicas tales como: seleccionar, crear y compartir recursos digitales; usar la tecnología digital en el proceso de enseñanza-aprendizaje; mejorar la evaluación, la inclusión, y la personalización; y, conseguir el compromiso activo de los aprendices. Las otras dos se refieren al entorno profesional del docente, como la interacción digital con otros profesionales, alumnos o familias. La restante hace referencia a las competencias pedagógicas específicas necesarias para el desarrollo de la competencia digital de sus alumnos, como por ejemplo, “permitir a los alumnos usar las tecnologías de forma creativa y responsable para gestionar información, comunicarse, crear contenido, conseguir bienestar y resolver problemas.” (Redecker, 2020).

Figura 3. Áreas competenciales, competencias y relaciones competenciales del Marco Europeo de Competencia Digital del Profesorado DigCompEdu. Imagen de JRC.

La herramienta  SELFIE es útil para la autoevualución digital del profesorado

El marco DigCompEdu está dirigido a educadores de todos los niveles educativos, desde educación infantil hasta educación superior y de adultos, incluyendo la formación profesional, la atención al alumnado con necesidades educativas especiales y cualquier otro contexto de aprendizaje no formal.

En diciembre de 2020, el proyecto DigCompEdu presenta la primera versión de la herramienta SELFIE de autoevaluación para docentes. Esta aplicación permite al profesorado reflexionar sobre su competencia digital dentro del marco europeo. Cada docente puede identificar sus fortalezas y lagunas con el propósito de diseñar su propio plan de aprendizaje y mejorar de esta forma en el uso de la tecnología digital para una enseñanza y aprendizaje efectivos en el siglo XXI. Tras unos años de pruebas con profesorado de varios países, en diciembre de 2021 DigCompEdu lanzó su primera versión de SELFIE que ya está disponible en más de 30 lenguas.

Un modelo alternativo: el modelo holístico de Castañeda

Tal como comentan Area y Adell (2021), existen, sin embargo, otras aproximaciones que cuestionan este enfoque conductual. Para Castañeda et al. (2018) este tipo de clasificaciones de la competencia digital docente no parten de la acción docente y reducen la función del profesorado al mero uso de la tecnología, con una visión de esta instrumentalista, neutra en valores y con una concepción determinista de la relación entre tecnología y sociedad. En su lugar, Castañeda et al. (2018) propone el ”modelo holístico orientando al mundo digital” en el que el docente es: 1) Experto en contenidos pedagógicos digitales; 2) Generador-gestor de prácticas pedagógicas emergentes; 3) Capaz de usar las TIC para expandir su relación con la familia y el entorno del estudiante; 4) Sensible al uso de la tecnología desde la perspectiva del compromiso social; 5) Experto en entornos de aprendizaje enriquecidos; y 6) Práctico-Reflexivo aumentado. Por otro lado, el informe “Digital education policies in Europe and beyond: key design principles for more effective policies” (Conrads et al. 2017) en uno de sus ocho principios para el diseño de políticas educativas digitales, recomienda justamente “utilizar un enfoque holístico dirigido al cambio sistémico” para favorecer una transformación en profundidad mediante un enfoque sostenible, creando capacidad, recursos y aplicaciones locales.

Figura 4. Modelo holístico orientando al mundo digital. Fuente: Castañeda (2021)

En este sentido, otro modelo tecno pedagógico que en poco tiempo se ha convertido en todo un referente para aquellos docentes que deseen integrar las TIC en los procesos de enseñanza y aprendizaje de forma eficaz, es TPACK. Este modelo, sugerido por Koehler y Mishra (2006), hace referencia a tres tipos de conocimiento: el pedagógico, el tecnológico y el contenido. Los tres combinados consiguen que el docente integre la tecnología en el proceso de enseñanza, de modo que favorezca un aprendizaje autónomo y profundo en sus alumnos. Se trata de un modelo a considerar, por parte de las instituciones y maestros, a la hora de planificar y organizar las experiencias educativas, pues tiene el potencial de mejorar la enseñanza y el aprendizaje (Salas-Rueda, 2018).

Figura 5. Modelo TPACK. Technological, pedagogical, content knowledge. Fuente UNIR (2020)

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