Cuando sobreprotegemos a los hijos limitamos su madurez
¿Qué es la educación familiar?
La educación familiar es una herramienta, un proceso, que ayuda a mejorar el diálogo entre la pareja para poder hacer un proyecto familiar de calidad, pensando en la felicidad de nuestros hijos y de nosotros mismos.
¿Tiene buena salud, la familia actual?
Lo que hay es mucho amor por los hijos, y nos puede pasar que nos excedamos. Esto tiene unas repercusiones que afectan a su crecimiento personal y nos dedicamos sin querer a educar su propia inmadurez en tres detalles:
- Potenciar la comodidad, es decir dándoles todo hecho y que no tengan ninguna responsabilidad.
- Evitarles disgustos.
- No negarles nada de lo que piden.
El reto es concentrar nuestros esfuerzos en los primeros años, en la primera infancia, donde se inculcan los primeros hábitos y valores. Lo que no se consigue antes de los 10 años es difícil de conseguir más tarde, puesto que en las etapas de la preadolescencia y sobre todo de la adolescencia nuestra prioridad es mantener los hitos conseguidos en etapas anteriores.
La receta para mantener la buena salud es la constancia y la paciencia. Para conseguir estos dos grandes valores y su efecto os animo a leer el cuento del bambú japonés.
También es experto en mediación y resolución de conflictos. ¿Somos conflictivas las personas?
Las personas de por sí somos bastante egoístas y por otro lado tenemos envidia de los demás y si no tenemos medida y disciplina personal en estas dos grandes tentaciones nos convertimos en personas bastante conflictivas. Tenemos que procurar educar a nuestros hijos en valores tan importantes como la empatía, la asertividad, la proactividad, y en la gran valía que nos aporta confiar y pensar en los otros.
¿Qué papel juega la pedagogía en la educación familiar?
El saber de la pedagogía nos ayuda a entender mejor a las personas y los ámbitos en los que están inmersas, colaborando en la toma de decisiones. Este es uno de los grandes retos para estimular la madurez de nuestros hijos, educarlos en la práctica de la toma de decisiones, asumiendo en todos los casos sus consecuencias.
Tenemos que procurar educar a nuestros hijos en valores tan importantes como la empatía, la asertividad, la proactividad, y en la gran valía que nos aporta confiar y pensar en los otros
¿Por qué no está bastante presente la figura del pedagogo en las políticas educativas de los gobiernos?
Es un tema que se remonta al año 1990 con la implantación de la LOGSE, donde la ley dio y continúa dando preferencia a otros perfiles profesionales como pueden ser maestros con mención terapéutica o en la actualidad educadores sociales. La Dra. M. Victòria Gómez lo mencionaba en la DECLARACIÓN DEL COLEGIO OFICIAL DE PEDAGOGÍA DE CATALUÑA EL PEDAGOGO/A ESENCIAL EN EL SISTEMA EDUCATIVO publicado el pasado julio de 2020 donde afirmaba que a través de una comparativa de los programas de formación universitaria de licenciaturas y grados del ámbito educativo, encontramos la clave para entender la diferencia de preparación de unos y otros para intervenir en el contexto propio de una escuela. A veces se tiene la sensación que estamos convirtiendo la escuela en un pozo sin fondo de actividades, que la aparta de sus propios fines.
¿Los padres tienen siempre la razón?
Hay que pensar que todos queremos tener la razón, la mayoría de las veces. Primero hay que precisar, en el ámbito de los padres y/o tutores si ambos tienen la misma razón; es decir, si están de acuerdo en lo mismo.
En la investigación de la verdad de las cosas, como muy bien dice Salvador Espriu, la verdad es como un espejo roto que hay que rehacer como si de un rompecabezas se tratara. Todos tenemos un pedazo de ese espejo.
Un buen principio es conocer muy bien nuestros hijos, aceptarlos tal como son y quererlos con sus cualidades y defectos.
Por un afán mal entendido de estimación solemos sobreproteger a nuestros hijos y realmente lo que hacemos es frenar su madurez, hay que ser muy objetivos y no perder de vista que los errores son una fuente de aprendizaje y por tanto a su vez construimos sus éxitos.
¿Es posible encontrar el equilibrio entre la autoridad y el optimismo a la hora de educar?
Haría falta primero precisar la gran diferencia que hay entre padres autoritarios, rígidos y padres con autoridad. En el caso de los primeros los hijos hacen las cosas más por miedo que por otra cosa y la mayoría de las veces falta confianza y comunicación entre padres e hijos. En el caso de los padres con autoridad lo tenemos que entender como autoridad-prestigio, pensando el trasfondo que queremos conseguir, que es educar nuestros hijos en libertad y si no lo hacemos con la autoridad-prestigio nuestros hijos no serán candidatos a estar educados en libertad.
El optimismo se pone en práctica en el momento que asumimos las derrotas y en cómo disfrutamos de las victorias. Tal como dice Chesterton el optimista ve una oportunidad en una calamidad y el pesimista ve una calamidad en cualquier oportunidad. Complementa esta idea Churchill cuando dice que el optimista tiene siempre un proyecto y el pesimista una excusa.
Hay que afinar en:
- Educar con exigencia
- Exigir con autoridad
- Mantener la autoridad con prestigio.
Küppers nos anima a practicar con el optimismo inteligente: la calidad de nuestra vida no está determinada por lo que nos pasa, sino por lo que hacemos ante lo que nos pasa. El optimismo es una actitud ante la vida, es un hábito de pensamiento y su base es el conocimiento.
Por un afán mal entendido de estimación solemos sobreproteger a nuestros hijos y realmente lo que hacemos es frenar su madurez.
¿No van un poco perdidos los padres actuales?
Realmente es una desorientación global, pero muchas veces queremos encontrar soluciones a los problemas cuando realmente se han convertido en un conflicto, y si se da el caso la resolución necesita más tiempo, mucha paciencia y más que nada coherencia.
Hay muchas personas, que quieren imponer sus normas en plena adolescencia, y es de verdad el peor momento, puesto que el éxito en nuestras actuaciones depende en gran parte de la energía que hayamos puesto en los primeros años, sobre todo hasta los 7 años, al adquirir los buenos hábitos con la autoridad bien entendida y con el optimismo necesario.
¡Regálenos un aforismo, para acabar!
Si me lo permitís, dos que se complementan:
George Washington: El ejemplo sea bueno o malo, tiene una poderosa influencia.
Napoleón Bonaparte: La educación de una persona empieza dieciocho años antes de su nacimiento.
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