por Jordi Viladrosa i Clua
Seguro que alguna vez has enviado un correo electrónico a alguien y no te lo ha contestado como esperabas. Quizá tengas una experiencia similar con los mensajes emitidos a través de las diversísimas redes sociales. Cabe preguntarse en qué momento se ha roto el acto comunicativo y hasta qué punto esto ha sido debido a la poca pericia por parte del emisor o a la insuficiente comprensión lectora por parte del receptor. Si a esto le añadimos una atención dispersa o que estamos inmersos en el “multitasking” al que todos hemos sucumbido alguna vez, quizás se entienda mejor por qué actualmente el hábito de leer tranquilamente va perdiendo aficionados.
Tenemos una manera de ser que se esfuerza por encontrar culpables a todas nuestras experiencias negativas o malos resultados en pruebas internacionales como las que últimamente nos han movido a escribir artículos como este que estás leyendo. El estudio PIRLS1 de 2021 ha dejado a nuestros estudiantes de 4º de primaria en un mal lugar en cuanto al grado de dominio de su comprensión lectora y, aunque apenas vemos nada nuevo que no se supiera, las diversas administraciones educativas no han tardado lo más mínimo en culpar a la pandemia o las tecnologías, materializadas en el genérico “las pantallas”. En mi opinión, la pregunta que debemos hacernos es cuáles son las causas profundas de esta situación y qué se puede hacer para revertirlo partiendo del hecho de que el objetivo es este: leer más, leer mejor, comprender lo que leemos y disfrutar de una buena literatura.
El objetivo es leer más, leer mejor, comprender lo que leemos y disfrutar de una buena literatura
Leemos menos y lo hacemos de otra forma
Hace un tiempo, me comentaba una alumna de 4º de la ESO que desde hacía un par de años su hobby por la lectura había disminuido mucho, que ya no leía las novelas que leía anteriormente. Y se sorprendía por ello porque a ella le gustaba mucho leer y disfrutaba mucho, pero se encontraba que tenía que repartir su tiempo entre muchos competidores de su hábito lector. No podemos negar que las tecnologías, los algoritmos, los “infinite scrolls” han pasado a formar parte de nosotros mismos y que no siempre los gobernamos sino que nos gobiernan. En el fondo, esto es lo que me decía esa alumna. Con textos cada vez más breves, vídeos de un minuto que se acumulan en nuestros smartphones, mensajes que tienen limitados el número de caracteres y con la inmediatez con la que queremos todo lo que deseamos, ¿nos preguntamos todavía por qué hemos dejado de leer o por qué no entendemos bien lo que leemos?
Las tecnologías o los “infinite scrolls” han pasado a formar parte de nosotros mismos y a veces nos gobiernan
Paulo Cosín (2022) dedica a la comprensión lectora el capítulo 3 de su libro “Para qué leer. Fomentar la lectura en jóvenes y adolescentes”. En dicho capítulo ofrece varios consejos a partir de la obra de Trevor Cairney (2022) quien piensa que “lo más importante que hacemos, como lectores, es dar sentido a lo que leemos”. En este punto, es muy relevante el rol del educador que consiste en “crear un sentido de comunidad lectora mediante un ambiente en el que se considere que la puesta en común de los textos es importante y entretenida”.
Sabemos bien que leer tiene muchos beneficios para nuestra mente, nos hace más cultos, nos aporta conocimientos y facilita un uso constructivo de nuestro ocio. La tecnología -tan criticada, pero tan omnipresente- no es nuestro enemigo; incluso puede ser una excelente aliada para compartir lo que hemos leído, encontrar recomendaciones de libros o hacerlo nosotros mismos; eso sí, debemos ser conscientes de que es necesario hacer de ella un uso responsable y dedicarle el tiempo oportuno.
Leer tiene muchos beneficios: nos hace más cultos, nos aporta conocimientos y facilita un uso constructivo de nuestro ocio
Algunos consejos prácticos
Tiempo, calma y estrategias renovadas
A leer se aprende generalmente en la etapa de educación infantil y hasta los ocho o nueve años es una experiencia que requiere tiempo y calma. Somos muchos quienes apostamos por una escuela que, sobre todo en primaria, dedique el tiempo necesario a los aprendizajes básicos y comunes, en la línea de lo que Joan Domènech escribía en su libro “Elogio de la educación lenta”. El problema lo tenemos en la secundaria. Es aquí donde habrá que idear nuevas estrategias y educar a lectores críticos para evitar que se conviertan en adultos vulnerables. También habrá que poner énfasis en lo que sabemos que funciona si le damos la prioridad necesaria y ponemos los recursos que lo hacen viable. Me refiero a las bibliotecas de centro con bibliotecario incluido, en las de aula, a ofrecer un abanico amplio de lecturas y de calidad literaria, productos multimodales atractivos, clubes de lectura, conversaciones literarias entre iguales, o alumnos prescriptores de libros a través de “booktrailers”, publicados en la web de la escuela, por ejemplo.
A leer se aprende en la etapa de educación infantil y hasta los nueve años es una experiencia que requiere tiempo y calma
Referencias
Bibliografía
Bueno, David, Forés, Anna, Ruiz, Antoni (2023). “Els beneficis de la lectura en veu alta”. Grup Enciclopèdia.
Cairney, Trevor H. (2022). “La enseñanza de la comprensión lectora”. Ediciones Morata. 7ª edición.
Correro, Cristina; Portell, Joan (2023). “Lectures que fan lectors”. Eumo Editorial.
Cosín Fernández, Paulo (2022). “Para qué leer. Fomentar la lectura en jóvenes y adolescentes”. Ediciones Morata.
MEyC (2023). “Estudio PIRLS”. https://www.educacionyfp.gob.es/inee/evaluaciones-internacionales/pirls/pirls-2021.html