28 April 2020
Herramientas y materiales para una buena gestión emocional en tiempo de crisis
Teisa Dalmau es psicóloga y experta en neuropsicología, inclusión educativa y atención a la diversidad. Ha dedicado más de 25 años a mejorar la educación formando y orientando profesorado. Ha puesto en marcha proyectos innovadores como el programa Guía de aprendizaje temprano o el programa Troya, una adaptación del proyecto Axenroos para la educación emocional en las primeras edades.
Empezó en los 90 aplicando la neurociencia en la educación cuando nadie lo hacía. Su experiencia como formadora y orientadora es extensa. Teisa es un pozo de sabiduría. Su gran interés por ayudar a cada niño y niña a crecer en todo su potencial, le ha llevado a leer, estudiar y formarse en profundidad sobre cómo mejorar el aprendizaje. En estos momentos coordina el Departamento de atención a la diversidad del grupo de escuelas Institución Familiar de Educación y de la escuela La Vall de Bellaterra.
El objetivo del siguiente artículo y recursos es dotar de información, herramientas pedagógicas y recursos que favorezcan el bienestar emocional de los niños y sus familias. Esta situación también puede ser vista como la oportunidad de mejorar las competencias emocionales de todos.
Vivimos un momento histórico. Desconocido por la comunidad científica, el mundo escolar, los expertos en emociones … , desconocido para toda la humanidad.
Todos, niños, adultos, y gente mayor, estamos viviendo una infinidad de emociones en este estado de excepcionalidad. Pero los adultos podemos utilizar nuestra experiencia y recursos personales para gestionarnos y en cambio los niños y adolescentes carecen de ellos. Están sintiendo lo mismo que nosotros, pero probablemente no saben expresar o canalizar sus emociones y en lugar suyo manifiestan sus vivencias de tristeza, miedo, enfado, soledad, frustración, ansiedad, etc. a través de su conducta, de su cuerpo.
Con familiares enfermos, ingresados o incluso muertos a causa de la COVID-19 los niños viven intensas emociones de tristeza, miedo, irritabilidad y ansiedad, entre otros. Y aunque ningún familiar estuviera enfermo, el bombardeo de información, consciente e inconsciente, puede producir el temor a contagiarse o que se contagie un familiar. El largo confinamiento produce también emociones de frustración y rabia por no poder salir a la calle, no ver a familiares ni a amigos, no poder ir al colegio, etc. No es de extrañar pues que surjan, entre otros, alteraciones del sueño, estados de apatía, problemas conductuales o de comportamiento, dificultades de separación con figuras de inclinación o regresiones de hábitos que ya estaban adquiridos.
El teletrabajo obliga a “invadir” el espacio familiar, y lo ocupa de tal forma que, si no delimitamos horarios, los niños pueden vivir en soledad a pesar de estar toda la familia bajo el mismo techo.
Si los aspectos emocionales ya jugaban un papel importante y esencial en la vida de los niños, durante el confinamiento se convierte en asignatura obligada para padres y profesores.
Las competencias emocionales son un conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para tomar conciencia, comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales. (Bisquerra, 2009) . En situaciones ordinarias su adquisición y dominio favorecen una mejor adaptación al contexto social y una mejor capacidad de enfrentarse a los retos que plantea la vida, en situación de confinamiento pueden ser la clave para su equilibrio emocional.
Los adultos son el espejo donde los hijos se miran. Los padres y profesores son sus referentes, son los modelos a imitar. Es necesario mantener la calma, porque la calma del adulto es la calma del niño; transmitir seguridad porque la seguridad del adulto, es su seguridad.
Es importante conectar emocionalmente con los niños. Para conseguirlo es necesario que los adultos tengamos presente:
Autocuidado y autogestión. El adulto tiene que buscar espacios para estar bien. Permitirse espacios de desconexión. Intentar mantener una actitud positiva siempre que sea posible porque si el adulto está enfadado, irritable, el niño se contagia. Respirar profundo.
Intentar no perder el autocontrol. Y si se pierde, se piden disculpas y se aprovecha la oportunidad para explicar qué quiere decir perder y recuperar el control emocional.
Comunicación asertiva. Utilizar un lenguaje positivo y natural, con un vocabulario adaptado a la edad del niño. No proyectar miedos y preocupaciones, hacer que se sientan comprendidos (entiendo que te sientas así), poner palabras a sus emociones, mantener una escucha activa (mirar a los ojos, ponerse a su altura, mostrar interés), responder a sus preguntas.
La inteligencia emocional
La inteligencia emocional está compuesta por cinco competencias emocionales que todos, niños y adultos, tenemos que dominar para ser emocionalmente competentes:
- Conciencia emocional
- Regulación emocional
- Autonomía emocional
- Habilidades socioemocionales
- Habilidades para la vida familiar, social y escolar.
El primer paso para el desarrollo de las competencias emocionales y del cual depende la calidad del resto de las competencias es la toma de conciencia de nuestras emociones, es decir, ser capaz de reconocer las emociones y sentimientos que se manifiestan en uno mismo y en los otros. Después, hay que saber regular, sin reprimir, estas emociones en situaciones favorables y desfavorables. El siguiente reto es la autonomía emocional, es decir, ser capaz de regular las emociones, pero ahora de manera autónoma. Y finalmente, está el desarrollo de las habilidades socioemocionales y la competencia relativa a la construcción del bienestar personal y social.
Para más información descargar el artículo entero
Recursos
“Eines i recursos per a una gestió emocional en temps de crisis.” Teisa Dalmau Xiqués, abril de 2020.
Cuentos
Web de recursos con cuentos: “Contes pròpis Sinergia Emocional”
Portfolio familiar
Enlaz de descarga
Programas de educación emocional
Te puede interesar
Leave A Comment