por Ana Moreno Salvo
José María Torralba López es catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Navarra y director del Centro Humanismo Cívico para estudios sobre el carácter y la ética de las profesiones, en el Instituto Cultura y Sociedad. Forma parte de la junta directiva de la Association for Core Texts and Courses.Ha escrito “Una educación liberal. Elogio de los Grandes Libros” (Encuentro, 2022).
Entrevista a José María Torralba
¿Nos podría explicar brevemente qué es la educación liberal y cómo surgió?
El concepto de educación liberal es muy antiguo, se remonta al mundo grecolatino, pero el modo en que se utiliza hoy en día es más moderno, es del siglo XIX. La educación liberal se puede definir por contraste. Es decir, es una educación que no es pragmática, no es utilitarista en el sentido de que el fin de la educación sea la utilidad. No es incompatible hablar del valor de la educación, del valor del saber en sí mismo, con su utilidad.
El orden adecuado, tal y como lo definen los que defienden la tradición de la educación liberal, es que el primer fin de la educación es crecer como personas, cultivar el intelecto, madurar intelectualmente. Y como fin secundario o paralelo, evidentemente, es que eso me sirva para ganarme la vida y vivir en el mundo.
A principios del siglo XX, en Estados Unidos, una serie de universidades como la Universidad de Columbia, la Universidad de Chicago o Saint John’s College impulsaron este plan de educación liberal que se concretó en algo que ha recibido el nombre de “Core Currículum”. Significa ofrecer a todos los alumnos una formación humanística y científica, básica y transversal, independientemente de la carrera que vayan a estudiar.
¿En qué medida se aplica este tipo de educación en las universidades?
En general las humanidades parecen algo trasnochado, pues cualquier iniciativa educativa de tipo humanista hoy en día tiene que superar una serie de prejuicios como que son algo del pasado, que persiguen en vano un ideal, que no despierta el interés en los alumnos, que es una pérdida de tiempo o que en el sistema universitario la formación humanística no tiene cabida. Me atrevo a decir que mi experiencia es la contraria.
Cuando a los alumnos se les da la oportunidad de recibir una educación humanista sólida, disfrutan y les apasiona. Me parece que buena parte del problema, en concreto pensando en el contexto educativo español, es que los educadores somos quienes no confiamos en que esto sea posible. En la Universidad de Navarra hemos desarrollado un programa de Grandes Libros dentro del “Core Curriculum“. Este programa tiene ahora diez años y lo han cursado 700 alumnos. Recientemente, hicimos una encuesta a los alumnos que lo habían cursado sobre sus resultados educativos. Las respuestas fueron llamativamente positivas.
Cuando a los alumnos se les da la oportunidad de recibir una educación humanista sólida, disfrutan y les apasiona
¿Por qué cree que es importante una adecuación humanista en el mundo actual? ¿Qué aporta la juventud que tiene que bregar con un futuro incierto en tantos aspectos?
Estamos en una época de cambio cultural. En épocas de cambio lo que hace falta son referentes y orientación. Y esto es lo que necesitan ahora mismo los jóvenes. No se trata de marcarles el camino o de no contar con su libertad, pero tampoco de abandonarlos a su suerte. Los grandes problemas del ser humano no son nuevos. A través de la literatura, de la filosofía, de los ejemplos de la historia, uno puede aprender de la tradición cultural y, por lo tanto, tomar experiencia y tener referentes. Los libros clásicos son los que hoy en día ayudan a un joven a conocer otras maneras de entender la vida.
Los libros clásicos son los que hoy en día ayudan a un joven a conocer otras maneras de entender la vida
¿Nos podría hablar del programa de Grandes Libros? ¿Nos puede contar algún ejemplo de cómo un libro puede impactar en la vida de una persona?
En los programas de Grandes Libros, el concepto clave es el de seminario. Con grandes libros nos referimos a buena literatura, hablamos de clásicos, pero clásicos no quiere decir antiguos. Hay clásicos lógicamente del mundo griego y latino, pero también hay clásicos modernos y contemporáneos.
Lo más importante es el seminario porque es la metodología en la que se leen los libros, o en la que estos libros se incorporan al currículo educativo. El objetivo es distinto al de una asignatura de Literatura ordinaria, tanto en el colegio como en la universidad. En los Seminarios de Grandes Libros el objetivo no es tanto analizar la obra de modo científico o histórico, sino leerla con el nivel de un lector culto y preguntarse: “¿Esta obra qué me dice?”
El contexto del seminario suele ser el de las grandes preguntas de la vida humana. Eso hace que en ellos la conversación conecte con la vida de las personas y con sus intereses más íntimos o existenciales. Otro rasgo de estos seminarios es que son en grupos pequeños y dialogados; el número ideal son dieciocho alumnos.
El profesor no es un mero moderador. Es uno más en la conversación, está más cualificado y trata de conseguir que los alumnos vayan encontrando respuestas por sí mismos. Es ni más ni menos que la implementación del método socrático. No se trata de cubrir un temario o de prepararse para un examen, sino de ir haciendo preguntas para conseguir despertar el interés y el pensamiento crítico.
Se trata de ir haciendo preguntas para conseguir despertar el interés y el pensamiento crítico
Los profesores deben tener clara la metodología: generar una conversación donde se den razones, se confronten posturas y se llegue a conclusiones. Esta metodología también se apoya en la redacción de ensayos o textos argumentativos. Es decir, además de leer, ir a clase y hablar, el alumno tiene que escribir sobre un tema. Argumentar es importante porque da rigor.
¿En qué medida un adolescente se puede beneficiar de un “Core Currículum” de tipo humanista? ¿Cómo se podría hacer atractiva para que tuviera realmente un impacto en sus vidas?
Cada vez hay más conciencia de su necesidad, quizá por reacción al mundo tecnocrático en el que vivimos, a enfoques utilitaristas en la educación, a enfoques demasiado reducidos para preparar el mercado laboral o a estar demasiado pendientes de lo que pide el mercado.
Hay una autora que recomiendo, Karen E. Bohlin, que desarrolló un programa de educación clásica de Grandes Libros. Publicó hace unos años un libro que se titula “Formación del carácter a través de la literatura”, donde habla de los Grandes Libros, del poder de la lectura para la formación y la educación del carácter. En otras palabras, ayuda a orientarse en la vida o responder preguntas de tipo ético y existencial. Con los libros uno ve historias sobre el bien y el mal, donde el adolescente puede identificarse o ver reflejadas situaciones o aspectos que tienen que ver con su vida.
Con los libros el adolescente puede identificarse y ver reflejadas situaciones que tienen que ver con su vida
¿Reciben algún tipo de formación especial los profesores que imparten estos contenidos? ¿Qué formación necesitaría un profesor de secundaria?
Los profesores que impartimos estos contenidos hemos asistido a cursos de varias universidades de Estados Unidos que tienen este tipo de programas. Lo hemos hecho de la mano de ACTC (Association for Core Text and Courses). Es una asociación que reúne a unas cien universidades de todo el mundo que apuestan por este modelo educativo.
Lo que configura la metodología de los seminarios de Grandes Libros son los elementos básicos de cualquier planteamiento educativo, que es saber hablar, escribir y leer.
Diría que la formación que necesita un profesor de secundaria no es ninguna especial, pero sí que hay que adaptar el contenido a la edad y al nivel educativo.