por Ana Moreno Salvo
Robert Swartz (1936 – 2022) fue doctor en Filosofía por la Universidad de Harvard, profesor emérito de la Universidad de Massachusetts, en Boston y creador, junto con Sandra Parks, de la metodología Aprendizaje basado en el Pensamiento (Thinking Based Learning – TBL), que sustituye la enseñanza basada en la memoria por otra basada en el pensamiento activo. Fundó y dirigió el Center for Teaching Thinking (CTT), dedicado a dar a conocer esta metodología en Estados Unidos y en España. Durante los últimos treinta años trabajó con maestros, escuelas y universidades, a nivel internacional, en proyectos de desarrollo del personal docente, reestructuración del plan de estudios y educación mediante la infusión del pensamiento crítico y creativo en la enseñanza del contenido.
Tuvimos la oportunidad, en varias ocasiones, de poder conversar con Bob, quien nos transmitió, no sin pasión, la gran tarea que había ido desarrollando a lo largo de los años.
Buenos pensadores
La mano derecha de Bob en todo este proyecto fue David Perkins, con quién coincidió en Harvard. Como él dice, “ambos éramos muy sensibles al hecho de que la mayoría de la gente no piensa bien. Toman decisiones rápidas, hacen juicios apresurados, y se equivocan.” De lo que se dieron cuenta fue de que la mayoría de la gente toma decisiones de esta manera. Piensan en las cosas buenas, y no se preguntan, ¿hay alguna desventaja? Se dieron cuenta de que esto sucedía en la mayoría de los tipos de pensamiento que hacía la gente, y pensaron que sería una buena idea ayudarles a desarrollar el hábito de preguntar, no solo si hay alguna cosa buena, sino también si existe alguna consecuencia negativa, es decir, a aprender cómo pensar mejor.
Se trataba de averiguar cómo enseñar a los estudiantes para que aprendan, desde el principio de su escolarización, cómo pensar realmente con más cuidado cuando toman decisiones, cuando resuelven problemas, cuando piensan en cómo funciona algo, etc.
Pensamiento creativo y pensamiento crítico
Bob consideraba que pensar de forma creativa es uno de los diferentes tipos de pensamiento que necesitamos aprender a hacer bien en diferentes circunstancias. Implica tener ideas nuevas, originales, creativas y diferentes. El mero hecho de que se te ocurran esas ideas creativas es la práctica de la creatividad. El pensamiento crítico, en cambio, consiste en tratar de pensar sobre ideas y preguntarse si son correctas, si es cierto o verdadero lo que decimos. En el pensamiento creativo, tratamos de idear algo nuevo y original, interesante, y en el pensamiento crítico nos preguntamos ¿son esas ideas creativas, buenas ideas? Tal y como Bob nos contaba, a él le gustaba trabajar el pensamiento creativo en lo que él mismo llamaba creatividad productiva, que es llegar a ideas nuevas y originales que funcionen, que hagan avanzar nuestras vidas, etc. Lo que significa aplicar el pensamiento crítico al pensamiento creativo que se haya practicado.
Por ejemplo, si se tiene un problema que nadie ha sido capaz de resolver o que es un problema nuevo que acaba de surgir y necesita ser resuelto; para ello, tendrá que utilizarse algo de pensamiento creativo, con tal de llegar a algunas formas originales de resolver esa situación. Luego habrá que ejercer el pensamiento crítico para determinar si las soluciones propuestas van a funcionar.
Bob enfatiza en la idea de creatividad productiva cuando estamos tratando de llegar a nuevas formas de hacer algo. Hemos probado todas las formas antiguas y no parecen funcionar. Así que intentamos ejercitar la creatividad, pero queremos asegurarnos de que las ideas creativas que se nos ocurren son productivas.
Las claves para enseñar a pensar
Bob nos contaba que cuando empezó en los Estados Unidos, en Massachusetts, era miembro de la facultad en una universidad y eso le limitaba. Quiso ir a escuelas de todo el mundo, trabajar con sus profesores, y mostrarles todo lo que había descubierto y lo que había aprendido de otros profesores para que todo funcionara. Se proponía ayudarles a poner esto en práctica en sus aulas, ayudar a los profesores a aprender a enseñar a los niños a ser mejores pensadores.
Así que obtuvo el permiso de su universidad, empezó a viajar y convirtió las escuelas en lo que llamó “Thinking Schools”. Creó el “Centro para la enseñanza del pensamiento” y un certificado para acreditar que esas escuelas, además de contenidos, enseñaban a pensar.
Entre el 80% o el 90% de sus profesores enseñan todo su contenido a través del pensamiento. Desarrollaron una técnica, TBL (Thinking Based Learning), para que los profesores y sus estudiantes aprendan a hacerlo, y realmente funciona.
El enfoque de esta técnica parte de pensar qué es un verdadero aprendizaje. Los profesores deben pasar el reto a sus alumnos y preguntarles, ¿cómo vas a aprender esto?, ¿qué preguntas necesitas saber responder para conseguir pensar bien sobre ello y llegar a una conclusión aceptable? Los profesores pueden trabajar juntos y encontrar la técnica de aprender a pensar que les permitirá transformar el aprendizaje en pensar para aprender. No deben proporcionar la estrategia para pensar a los estudiantes, deben retarles para que encuentren esas preguntas que necesitan responder para poder pensar sobre el problema que se les plantea. Hacerles conscientes de que están pensando bien, de que la respuesta llegará y al final el pensamiento será bueno. No lo han memorizado de un libro de texto, sino que han pensado concienzudamente para conseguir buenas respuestas. Por ejemplo, se estropea el televisor de tu casa, y te planteas la pregunta ¿por qué?, ¿por qué ha dejado de funcionar? Esta es una buena pregunta, y los estudiantes se interesan por ella, e intentan averiguarlo. Para hacerlo deben desarrollar un plan. Esto se puede hacer con muchos contenidos, se trata de plantear retos a los alumnos que supongan averiguar la causa de algún acontecimiento, de ser cuidadosos, y pensar qué posibles causas han hecho que el televisor deje de funcionar.
De esta forma los estudiantes llegan a desarrollar lo que Bob llamó un mapa de pensamiento. Un conjunto de preguntas o un conjunto de procedimientos que creen que hay que seguir, cosas que hay que averiguar para decidir por qué ha pasado algo.
Hay otros tipos de pensamiento como resolver problemas, tomar decisiones, predecir consecuencias. Los alumnos se dan cuenta de que ellos mismos pueden aprender contenidos y explicarlos utilizando los mapas de pensamiento que ellos mismos elaboran. Así aprenden a guiarse en su pensamiento, y a hacerlo cuidadosamente y bien, para que la conclusión a la que lleguen, la decisión que tomen, sea algo de lo que puedan sentirse, no solo orgullosos, sino que sepan que está bien.
El pensamiento creativo en otras destrezas de pensamiento
Según Bob, no necesitamos el pensamiento creativo para todos los tipos de pensamiento, pero eso no quita que sea extremadamente importante. Él considera que, de hecho, los grandes éxitos que hemos tenido los seres humanos en el avance de las formas de vida en el desarrollo de nuestras grandes ciudades ha sido gracias a la creatividad.
No saber cómo hacer algo y luego aprender a pensar de forma creativa, llegar a ideas nuevas, averiguar si las ideas creativas van a funcionar y ponerlas en práctica.
Nuestras vidas, tal y como las vivimos ahora, son gracias a nuestra capacidad no solo de generar ideas creativas interesantes que pueden funcionar o no, sino de promover ideas creativas productivas que luego descubrimos que van a funcionar. Eso es la humanidad.
Bob se preguntaba, ¿qué podemos hacer en nuestras aulas para ayudar a los estudiantes a desarrollar una creatividad productiva, y ser capaces de hacerlo y querer hacerlo, estar motivados para hacerlo bien?
Puede parecer fácil, pero ¿realmente lo es?
Naturalmente, estos cambios no suceden de la noche a la mañana. Hay una válvula de seguridad, un conjunto de procesos a los que se suele llamar metacognición, es decir, la capacidad de pensar sobre tu pensamiento, sobre cómo he pensado, decidir qué preguntas debo preguntar.
Enseñar a pensar bien implica pedir a los estudiantes que desarrollen su plan, luego que lo apliquen, que vean qué ha pasado, pensando sobre ello paso a paso y preguntarse si ha funcionado.
Si no lo ha hecho, hay que hacerse una nueva pregunta: ¿cómo podríamos hacerlo de manera diferente? El profesor debe ayudar a los alumnos a aprender por sí mismos, a hacerlo bien. Así aprenden a aprender y después de hacerlo un par de veces con el contenido del currículum, el docente puede desaparecer. Ellos se dan cuenta de que lo pueden hacer por ellos mismos, y lo repiten hasta que no necesitan practicar más. De esta forma surge la destreza o habilidad en, por ejemplo, tomar decisiones con eficacia o pensar de forma creativo-productiva o cualquier otro tipo de pensamiento. Lo aprenden en el colegio y luego, tras la práctica, llega a ser una forma automática de pensar.
Enseñar a pensar bien implica: desarrollar y aplicar el plan, ver qué ha pasado y preguntarse si ha funcionado.
Una buena lección que desarrolle algún tipo de pensamiento creativo
Todos los estudiantes necesitan ser pensadores creativos; si quieren ser prácticos, si quieren ayudar a cambiar el mundo, tienen que aprender a desarrollar ideas productivamente creativas que resuelvan problemas, situaciones, etc. Bob explica brevemente una experiencia que se llevó a cabo en un colegio: al profesor se le ocurrió la idea de que los estudiantes imaginaran una persona que se dedica a ayudar a otras personas con problemas, por ejemplo a una persona perdida en el desierto, o que se ha roto una pierna. Les dijo, tenéis que pensar ideas creativas que salven la vida de estas personas, quiero que utilicéis lo que habéis aprendido en la escuela. Un estudiante explicó: “alguien está escalando el Matterhorn en Suiza y se ha roto la pierna. Pero lleva una pequeña caja en su bolsillo como un botón verde, lo presiona, y este envía una señal al campamento base donde un dron comienza a zumbar y se eleva. Es un artilugio con los suministros médicos necesarios para este tipo de casos y vuela hacia un punto que emite una señal dada por la primera caja. El accidentado pulsa otros dos botones y los paquetes de la parte inferior giran. Uno de ellos se abre, y un conjunto de suministros para alguien con una pierna rota se dirige hacia esta persona. Hay vendas, férulas, muletas plegadas que puedes usar para poner bajo tus hombros y bajar la montaña y así se salvan.” Los alumnos de la clase le dijeron, “no creo que vaya a funcionar, hemos estudiado sobre Suiza, sobre las montañas, los Alpes, etc., y hemos aprendido que en una montaña como el Cervino hace mucho viento”. El hecho es que trataron de hacerlo, intentaron hacer volar el dron, todos los estudiantes del grupo estaban convencidos de que iba a funcionar, porque usando sus portátiles averiguaron las corrientes del viento.